El Tipnis desde la mirada de los indígenas y colonos

lunes, 10 de octubre de 2011

Una mirada diferente sobre la construcción de la carretera Villa Tunari- San Ignacio de Moxos, desde la óptica de los habitantes de cuatro comunidades indígenas que viven en el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro- Sécure (Tipnis) y de las cientos de personas que viven en ocho áreas colonizadas a lo largo del Parque en Cochabamba. 
Sus necesidades, forma de vida y la percepción de las personas que viven en esta extensión del territorio boliviano. Los Tiempos recorrió más de 120 kilómetros desde Villa Tunari hasta la comunidad indígena San Antonio y el río Ichoa, junto con una caravana que organizó la Brigada Parlamentaria del departamento.
A cuatro kilómetros de Ichoa, está la línea roja consensuada que marca el territorio que pertenece a los indígenas, el Tipnis.
Antes de la demarcación existen al menos ocho comunidades colonizadas por donde atravesaría el segundo tramo de la carretera hacia el Beni.
Se constató que existe un camino ripiado y en alguno s hasta dos para llegar a las diferentes localidades, donde no cualquier tipo de vehículo puede llegar porque debe atravesar más de 10 ríos entre grandes y pequeños.
Una de las comunidades es Nueva Aroma- a más de tres horas de Villa Tunari- los habitantes de este lugar además, del cultivo de coca, se dedican a la producción de frutos como el plátano, naranja, mandarina, palta y cacao, pero también yuca y arroz.
Germán Choque (36) vive más de 20 años en Nueva Aroma, se queja porque no puede comercializar su producción. Parado con su carretilla llena de fruta contó que su vivienda queda a dos kilómetros de caminata desde el pueblo y que “por falta de camino no se puede vender nada”.
Unos kilómetros más están las comunidades de Icoya, Villa Paraíso, Moleto y también Ichoa, a estos lugares todavía llega el transporte público conocido como “unimoc”, por lo menos una o dos veces por semana. Son camiones de data antigua que por sus características pueden atravesar ríos y terrenos que para muchos vehículos son inacce sibles.

Comunidades indígenas
A unos 120 kilómetros de Villa Tunari, encontramos San Antonio, una de las comunidades indígenas yuracaré que existen en Cochabamba, muchos colonos denominan a los indígenas de esta etnia como los “yuritas”, es una aldea a la que se puede llegar en vehículo aunque con dificultad y en la que existen más de 10 familias.
Sentada y con su niño en brazos, Alcira Vargas (39) relató que tiene nueve hijos, ellos estudian en Puerto Patiño ubicado a varios kilómetros de ese lugar, que para verlos tiene que caminar varias horas. “Queremos carretera porque cuando crece el arroyo no se puede pasar, días estamos sin salir”.
A unos metros, está la choza de Ramiro, un niño de 10 años que junto con su hermanito permanece dentro porque su mamá fue a sembrar arroz a su chaco. Después de unos minutos de hablarnos con la puerta cerrada logramos convencerle para que saliera y nos hablara en yuracaré.
“Cuando no voy a l a escuela me voy a cazar al monte, mi papá me ha enseñado a hacer la flecha del yusiyo que crece en el río, el arco primero después la flecha.  (¿No te dan miedo los animales?) No, los jochis (roedor silvestre) no son malos, el topero sí es malo es grande, en grupo camina, es como chancho. Da miedo”, contó Ramiro.
Las gallinas, un perro y la cría de un jochi, son los animales que tiene en su casa. Entre los alimentos que generalmente consumen los yuracarés son los mismos que producen con el plátano y la yuca, además de los peces y los animales que logran cazar.
A media hora de viaje, está otra comunidad indígena El Carmen Nueva Esperanza. Ahí viven trinitarios, vemos a doña María Mozua Muyra (28) armando una hamaca para que su bebé duerma. Ella relata que necesita la carretera, sobre todo, para acudir a centros de salud en casos de emergencia porque en su comunidad no hay una posta sanitaria.
En las comunidades indígenas es común escuchar que varios niños muri eron por falta de atención médica que padecían enfermedades que puede n curarse con un tratamiento simple. 
“Yo tenía 11 hijos. Cuatro que han muerto de diarrea, vómitos y de mal de viento, no he podido llevar porque me ha ganado el tiempo”, relató María. Dijo también que las mujeres dan a luz en su misma comunidad con la ayuda de las “parteras” aunque reconoció que muchos mueren al nacer.

Agua
El agua es una preocupación para los indígenas a pesar de estar rodeados de varios ríos. Zacarías Noza (67), también trinitario que llegó desde otra comunidad indígena del Beni hace más de 30 años, dijo: “En esta época el agua del río es venenoso porque se caen las hojas del ochoó, eso produce diarrea”.
Otra comunida es Puerto Pancho, trinitario-mojeño, a 130 kilómetros de Villa Tunari y dos horas de caminata. María Vilche es una de las mujeres que vive en esa aldea, contó que estaba “muy apurada” porque su hija estaba enferma.

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