La inversión que hace Bolivia en Investigación y Desarrollo (I+D) es equivalente al 0,4 por ciento de lo que Brasil destina al mismo sector, de acuerdo con datos recogidos por el economista Osvaldo Gutiérrez en el estudio “Condiciones para desarrollar una economía del conocimiento en Bolivia”.
El autor indica que, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), sobre la base de información de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Ricyt), mientras que en 2000 Brasil invirtió en I+D unos 12.483 millones de dólares, Bolivia sólo ejecutó 75 millones de dólares. Para 2008, el país vecino había invertido 22.466 millones y aunque no se tienen los registros correspondientes oficiales para Bolivia se estima que no sobrepasó los 100 millones de dólares en esa misma gestión.
En Iberoamérica, España siguió a Brasil en inversión en investigación y desarrollo en 2000 con 7.781 millones de dólares y luego México con 3.551 millones. En 2008, lo s españoles destinaron 18.752 millones y México 5.789 millones.
Brasil, España, México y Chile, entre otros, apuestan hoy, con grandes inversiones, al conocimiento, un sector al que Bolivia aún no da importancia.
Gutiérrez indica que el siglo XXI es y será el que hoy se denomina como la economía del conocimiento. Agrega que diversos análisis económicos señalan que los recursos naturales ya no son los que producen más crecimiento económico y los países que más están avanzando en todo el mundo son los que le apostaron a la innovación y producen bienes y servicios de mayor valor agregado.
Por ejemplo Liechtenstein, que no tiene ninguna materia prima, es el país con mayor ingreso per cápita del mundo. Otro caso es el de Singapur que tampoco tiene materias primas y era un país muy pobre hace apenas cuatro décadas y actualmente tiene un ingreso per cápita de 52 mil dólares por año, el noveno más alto del mundo y por encima de los 47 mil dólares por año de Estados Unidos. Situación boliviana
El investigador explica que la economí a del conocimiento o Economía Basada en Conocimiento (EBC) se caracteriza por utilizar el conocimiento como elemento fundamental para generar valor y riqueza por medio de su transformación a información. En las últimas décadas, la inversión en capital intangible ha crecido considerablemente incluso en mayor medida que el capital tangible (maquinaria, materias primas, etc.).
En el caso de Bolivia, sin embargo, esa inversión en conocimiento no corresponde a la tendencia mundial. Y las cifras lo demuestran.
Gutiérrez señala que, por ejemplo, la inversión en I+D en Bolivia asciende a apenas un 0,30 por ciento (como porcentaje del Producto Interno Bruto), según la Cepal con datos de la Unesco y Ricyt.
Además, a diferencia de otros países en los que el Estado y la empresa privada toman las riendas de la inversión en innovación, en Bolivia, a 2008, eran las universidades las que tenían una mayor participación (30 por ciento), las organizaciones privadas sin fines de lucro financiaban el 20 por ciento, el Estado otro 20 por ciento, las empresas un 15 por ciento y el resto era de financiamiento externo.
Unos 1.300 investigadores bolivianos; 106.891 brasileños
Otro de los parámetros que muestran el retraso de Bolivia en el desarrollo de la innovación es la cantidad de investigadores.
El economista Osvaldo Gutiérrez, en su estudio, indica que en 2004 estaban registrados mil investigadores en el país y hasta 2008 se estima que la cifra subió a 1.300.
“Esta situación es preocupante, pues si se observa las cifras que muestran otros países, no se tiene punto de comparación con lo que ocurre en nuestro país”, indica.
Por ejemplo Brasil en 2000 contaba con 57.373 investigadores y en 2008 tenía registrados unos 106.891 investigadores. Estados Unidos en 2000 tenía 1.289.780 y a 2008 aproximadamente 1.425.550 investigadores.
En Iberoamérica, apunta Gutiérrez, el total de investigadores (en términos absolutos) ha aumentado sus tancialmente en la última década, pasando de poco más de 208 mil en 2 000 a poco más de 387 mil en 2008, es decir, ha registrado un aumento cercano al 100 por ciento.
El autor indica que, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), sobre la base de información de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Ricyt), mientras que en 2000 Brasil invirtió en I+D unos 12.483 millones de dólares, Bolivia sólo ejecutó 75 millones de dólares. Para 2008, el país vecino había invertido 22.466 millones y aunque no se tienen los registros correspondientes oficiales para Bolivia se estima que no sobrepasó los 100 millones de dólares en esa misma gestión.
En Iberoamérica, España siguió a Brasil en inversión en investigación y desarrollo en 2000 con 7.781 millones de dólares y luego México con 3.551 millones. En 2008, lo s españoles destinaron 18.752 millones y México 5.789 millones.
Brasil, España, México y Chile, entre otros, apuestan hoy, con grandes inversiones, al conocimiento, un sector al que Bolivia aún no da importancia.
Gutiérrez indica que el siglo XXI es y será el que hoy se denomina como la economía del conocimiento. Agrega que diversos análisis económicos señalan que los recursos naturales ya no son los que producen más crecimiento económico y los países que más están avanzando en todo el mundo son los que le apostaron a la innovación y producen bienes y servicios de mayor valor agregado.
Por ejemplo Liechtenstein, que no tiene ninguna materia prima, es el país con mayor ingreso per cápita del mundo. Otro caso es el de Singapur que tampoco tiene materias primas y era un país muy pobre hace apenas cuatro décadas y actualmente tiene un ingreso per cápita de 52 mil dólares por año, el noveno más alto del mundo y por encima de los 47 mil dólares por año de Estados Unidos. Situación boliviana
El investigador explica que la economí a del conocimiento o Economía Basada en Conocimiento (EBC) se caracteriza por utilizar el conocimiento como elemento fundamental para generar valor y riqueza por medio de su transformación a información. En las últimas décadas, la inversión en capital intangible ha crecido considerablemente incluso en mayor medida que el capital tangible (maquinaria, materias primas, etc.).
En el caso de Bolivia, sin embargo, esa inversión en conocimiento no corresponde a la tendencia mundial. Y las cifras lo demuestran.
Gutiérrez señala que, por ejemplo, la inversión en I+D en Bolivia asciende a apenas un 0,30 por ciento (como porcentaje del Producto Interno Bruto), según la Cepal con datos de la Unesco y Ricyt.
Además, a diferencia de otros países en los que el Estado y la empresa privada toman las riendas de la inversión en innovación, en Bolivia, a 2008, eran las universidades las que tenían una mayor participación (30 por ciento), las organizaciones privadas sin fines de lucro financiaban el 20 por ciento, el Estado otro 20 por ciento, las empresas un 15 por ciento y el resto era de financiamiento externo.
Unos 1.300 investigadores bolivianos; 106.891 brasileños
Otro de los parámetros que muestran el retraso de Bolivia en el desarrollo de la innovación es la cantidad de investigadores.
El economista Osvaldo Gutiérrez, en su estudio, indica que en 2004 estaban registrados mil investigadores en el país y hasta 2008 se estima que la cifra subió a 1.300.
“Esta situación es preocupante, pues si se observa las cifras que muestran otros países, no se tiene punto de comparación con lo que ocurre en nuestro país”, indica.
Por ejemplo Brasil en 2000 contaba con 57.373 investigadores y en 2008 tenía registrados unos 106.891 investigadores. Estados Unidos en 2000 tenía 1.289.780 y a 2008 aproximadamente 1.425.550 investigadores.
En Iberoamérica, apunta Gutiérrez, el total de investigadores (en términos absolutos) ha aumentado sus tancialmente en la última década, pasando de poco más de 208 mil en 2 000 a poco más de 387 mil en 2008, es decir, ha registrado un aumento cercano al 100 por ciento.
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