La pérdida del valor adquisitivo en el país fue, otra vez, proporcionalmente mayor para los que tienen menos ingresos, según un informe de la fundación Jubileo, que utilizó datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de 2010, y afirma que los pobres son los que más cargan el peso de la inflación.
Según Jubileo, el impacto en los más pobres se debe principalmente a la inflación en los precios de los alimentos. En 2010, la variación en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue, en promedio, del 7,18 por ciento, pero en el caso de los hogares con menor nivel de ingresos fue del 8,43 por ciento. Los productos alimenticios incrementaron su precio en un 11,63 por ciento.
Agrega que en 2009 se registró un comportamiento diferente en la economía, cuando la inflación general alcanzó al 0,27 por ciento, pero los alimentos y bebidas bajaron en casi un 3,08 por ciento, afectando de forma positiva a quienes tenían menos oportunidad de comprar mayor cantidad de alimentos.“El aumento en el precio de los alimentos en la pasada gestión es una tendencia que se agudiza y está ligado a la deficiente producción de alimentos, producto de la baja inversión pública en el sector agropecuario y la ineficacia de las políticas para hacer frente a los desastres naturales”, sostiene la fundación.
Explica que la composición del gasto de los hogares en el área urbana demuestra que mientras más pobre es un hogar, mayor es su proporción de gasto en alimentos. Por el contrario, una familia con más ingresos destina proporcionalmente menos en alimentación.
“Por tanto, los hogares con inferior nivel de ingreso destinan en su estructura de gasto dos veces más para el consumo de alimentos que los hogares con ingresos superiores”, sostiene y agrega que en los hogares con menor nivel de ingreso hay más miembros en la familia, seis personas como promedio
“Si se advierte que los hogares pobres destinan la mitad de sus ingresos a l a compra de alimentos, el incremento de precios de los alimentos impl ica que este sector de la población vea comprometido su derecho a la seguridad alimentaria”, afirma.
De acuerdo con el análisis, en los hogares con ingresos mensuales menores, del total gastado, el 50 por ciento corresponde a la compra de alimentos; en cambio, en los hogares con ingresos superiores, sólo se destina el 24 por ciento para la compra de alimentos.
En la estructura actual de gasto del IPC oficial, la importancia asignada a la compra y consumo de alimentos y bebidas es de un 39,3 por ciento. La anterior estructura del año 1991 asignaba al mismo gasto un nivel del 49,1 por ciento.
La última estructura de gastos respecto al año 1991 denota que los hogares bolivianos gastan menos en servicios de salud y compra de vestimenta y calzados. En cambio, incrementaron el gasto en transporte y comunicaciones. También subió el gasto en la compra de artículos para el esparcimiento, además de servicios personales.
Según Jubileo, el impacto en los más pobres se debe principalmente a la inflación en los precios de los alimentos. En 2010, la variación en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue, en promedio, del 7,18 por ciento, pero en el caso de los hogares con menor nivel de ingresos fue del 8,43 por ciento. Los productos alimenticios incrementaron su precio en un 11,63 por ciento.
Agrega que en 2009 se registró un comportamiento diferente en la economía, cuando la inflación general alcanzó al 0,27 por ciento, pero los alimentos y bebidas bajaron en casi un 3,08 por ciento, afectando de forma positiva a quienes tenían menos oportunidad de comprar mayor cantidad de alimentos.“El aumento en el precio de los alimentos en la pasada gestión es una tendencia que se agudiza y está ligado a la deficiente producción de alimentos, producto de la baja inversión pública en el sector agropecuario y la ineficacia de las políticas para hacer frente a los desastres naturales”, sostiene la fundación.
Explica que la composición del gasto de los hogares en el área urbana demuestra que mientras más pobre es un hogar, mayor es su proporción de gasto en alimentos. Por el contrario, una familia con más ingresos destina proporcionalmente menos en alimentación.
“Por tanto, los hogares con inferior nivel de ingreso destinan en su estructura de gasto dos veces más para el consumo de alimentos que los hogares con ingresos superiores”, sostiene y agrega que en los hogares con menor nivel de ingreso hay más miembros en la familia, seis personas como promedio
“Si se advierte que los hogares pobres destinan la mitad de sus ingresos a l a compra de alimentos, el incremento de precios de los alimentos impl ica que este sector de la población vea comprometido su derecho a la seguridad alimentaria”, afirma.
De acuerdo con el análisis, en los hogares con ingresos mensuales menores, del total gastado, el 50 por ciento corresponde a la compra de alimentos; en cambio, en los hogares con ingresos superiores, sólo se destina el 24 por ciento para la compra de alimentos.
En la estructura actual de gasto del IPC oficial, la importancia asignada a la compra y consumo de alimentos y bebidas es de un 39,3 por ciento. La anterior estructura del año 1991 asignaba al mismo gasto un nivel del 49,1 por ciento.
La última estructura de gastos respecto al año 1991 denota que los hogares bolivianos gastan menos en servicios de salud y compra de vestimenta y calzados. En cambio, incrementaron el gasto en transporte y comunicaciones. También subió el gasto en la compra de artículos para el esparcimiento, además de servicios personales.
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