Seúl | Los líderes de Brasil y Argentina, de América del Sur, y México, de América del Norte, aprovecharon ayer su presencia en la quinta cumbre del G20 en Seúl para pedir a los países un compromiso que permita superar la guerra de las divisas y asegurar un crecimiento equilibrado.
La reunión arrancó en medio de profundas diferencias sobre cómo afrontar la 'guerra de divisas', un conflicto que amenaza con quebrar la unidad que ha mostrado el grupo en los dos últimos años.
Varios centenares de personas, miembros de organizaciones sindicales surcoreanas y estudiantiles se unieron a activistas venidos de Europa, Japón, Estados Unidos, África y Latinoamérica para marchar en protesta pese a la oposición de la policía que, de momento, no ha informado de detenciones.
Un equilibrio que para el presidente saliente de Brasil, Luiz Inázio Lula da Silva, pasa por que los países desarrollados aumenten su propia demanda interna, en contraste con la posición de Estados Un idos de reclamar un mayor consumo interno a los emergentes.
Los jefes de Estado y de Gobierno de los 20 países desarrollados y emergentes más representativos del planeta, así como los líderes de las principales instituciones multilaterales y de países invitados, como España, iniciaron el encuentro con una cena de trabajo, en la que el asunto de las divisas se situó como plato principal.
En los dos últimos días, los viceministros de Finanzas y los negociadores de cada país han mantenido reuniones para tratar de lograr un consenso sobre qué pasos seguir en esta materia, de manera que quede sellado en el compromiso final que hoy firmarán los mandatarios.
En una rueda de prensa, Lula lanzó el contundente mensaje de que si los países ricos no aumentan su consumo en lugar de incrementar sus exportaciones, la economía global entrará en bancarrota.
La reunión arrancó en medio de profundas diferencias sobre cómo afrontar la 'guerra de divisas', un conflicto que amenaza con quebrar la unidad que ha mostrado el grupo en los dos últimos años.
Varios centenares de personas, miembros de organizaciones sindicales surcoreanas y estudiantiles se unieron a activistas venidos de Europa, Japón, Estados Unidos, África y Latinoamérica para marchar en protesta pese a la oposición de la policía que, de momento, no ha informado de detenciones.
Un equilibrio que para el presidente saliente de Brasil, Luiz Inázio Lula da Silva, pasa por que los países desarrollados aumenten su propia demanda interna, en contraste con la posición de Estados Un idos de reclamar un mayor consumo interno a los emergentes.
Los jefes de Estado y de Gobierno de los 20 países desarrollados y emergentes más representativos del planeta, así como los líderes de las principales instituciones multilaterales y de países invitados, como España, iniciaron el encuentro con una cena de trabajo, en la que el asunto de las divisas se situó como plato principal.
En los dos últimos días, los viceministros de Finanzas y los negociadores de cada país han mantenido reuniones para tratar de lograr un consenso sobre qué pasos seguir en esta materia, de manera que quede sellado en el compromiso final que hoy firmarán los mandatarios.
En una rueda de prensa, Lula lanzó el contundente mensaje de que si los países ricos no aumentan su consumo en lugar de incrementar sus exportaciones, la economía global entrará en bancarrota.
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