Caracas, Venezuela |
La nueva devaluación de la moneda venezolana, que le ayudará a bajar en parte el déficit fiscal, se inició ayer en medio de incertidumbre y dudas sobre cómo el Gobierno atenderá la creciente demanda de dólares y sobre cómo mitigará las presiones en el mercado negro, que se ha convertido en una especie de árbitro que fija los precios en una economía asediada por una creciente inflación.
Pese a que el anuncio de la semana pasada fue limitado pues sólo se dijo que la nueva tasa de cambio sería de 6,30 bolívares y que se eliminaría la adquisición de divisas a través de la compra de bonos en moneda extranjera, las autoridades no ofrecieron detalles sobre cómo se suplirán los requerimientos de grandes y medianas empresas e importadoras.
Estas compañías enfrentan problemas desde hace más de dos meses luego que se redujera progresivamente la compra de la divisa, situación que generó fuertes presiones en el mercado negro del dólar y graves problemas de es casez de alimentos y bienes.
El efecto de la devaluación sobre los ciudadanos parece inocuo en el corto plazo según el profesor de economía de la Universidad Católica Andrés Bello Ronald Balza. “En Venezuela la devaluación se esperaba desde hace tiempo, y muchos se habían protegido ya”, dijo Balza al reconocer que ante la inminencia del ajuste cambiario numerosas personas realizaron compras masivas electrodomésticos y otros bienes a finales del año pasado.
Pero el problema más inmediato va a ser la inflación que ha sufrido una aceleración en los últimos meses motivada, en parte, por el aumento en los precios de algunos bienes que ha tomado como referencia el mercado negro donde la divisa estadounidense se cotiza unas tres veces al valor del cambio oficial. Ese mercado negro cubre 12 por ciento de la demanda total de divisas y se ha convertido en un “dolor de cabeza” para las autoridades, dicen analistas que creen que el Gobierno no sabe cómo con trolar el fenómeno.
La nueva devaluación de la moneda venezolana, que le ayudará a bajar en parte el déficit fiscal, se inició ayer en medio de incertidumbre y dudas sobre cómo el Gobierno atenderá la creciente demanda de dólares y sobre cómo mitigará las presiones en el mercado negro, que se ha convertido en una especie de árbitro que fija los precios en una economía asediada por una creciente inflación.
Pese a que el anuncio de la semana pasada fue limitado pues sólo se dijo que la nueva tasa de cambio sería de 6,30 bolívares y que se eliminaría la adquisición de divisas a través de la compra de bonos en moneda extranjera, las autoridades no ofrecieron detalles sobre cómo se suplirán los requerimientos de grandes y medianas empresas e importadoras.
Estas compañías enfrentan problemas desde hace más de dos meses luego que se redujera progresivamente la compra de la divisa, situación que generó fuertes presiones en el mercado negro del dólar y graves problemas de es casez de alimentos y bienes.
El efecto de la devaluación sobre los ciudadanos parece inocuo en el corto plazo según el profesor de economía de la Universidad Católica Andrés Bello Ronald Balza. “En Venezuela la devaluación se esperaba desde hace tiempo, y muchos se habían protegido ya”, dijo Balza al reconocer que ante la inminencia del ajuste cambiario numerosas personas realizaron compras masivas electrodomésticos y otros bienes a finales del año pasado.
Pero el problema más inmediato va a ser la inflación que ha sufrido una aceleración en los últimos meses motivada, en parte, por el aumento en los precios de algunos bienes que ha tomado como referencia el mercado negro donde la divisa estadounidense se cotiza unas tres veces al valor del cambio oficial. Ese mercado negro cubre 12 por ciento de la demanda total de divisas y se ha convertido en un “dolor de cabeza” para las autoridades, dicen analistas que creen que el Gobierno no sabe cómo con trolar el fenómeno.
0 comentarios:
Publicar un comentario