Ginebra | La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, informó ayer que su oficina vigila de cerca el impacto en los pueblos indígenas de las industrias de extracción de recursos y proyectos de desarrollo en Bolivia y otros países como Brasil, Camboya, Guatemala o México.
Criticó que las poblaciones indígenas que habitaron territorios históricamente no son consultadas antes del inicio de proyectos, especialmente de explotación, que suelen ser altamente invasivos de ecosistemas.
Pillay señaló que la gran mayoría de los 370 millones de indígenas que hay en el mundo están perdiendo sus tierras ancestrales o viven bajo la constante amenaza de ello por culpa de la sobreexplotación, bajo el pretexto del desarrollo. “Cuando los indígenas son alienados y apartados de sus tierras por culpa del desarrollo y los proyectos de extracción, se les condena a una existencia al margen de la sociedad”, aseguró Pillay en un comunicado con motivo de la celebración del Día Internacional de los Indígenas, el 9 de agosto. Según la alta comisionada, esta situación “no es en absoluto un signo de progreso”.
Puso como ejemplo Malasia, donde la tribu de los penanes es víctima de amenazas y acosos por su negativa a abandonar las tierras de Sarawak y Sabah, en la isla de Borneo, donde se va a realizar un ambicioso plan hidroeléctrico.
En la India también sufren amenazas los indígenas adivasis, por su negativa a que haya en sus tierras explotaciones mineras, a pesar de que el Tribunal Supremo aprobó hace unos años la necesidad del consentimiento de las comunidades sobre el uso de sus tierras.
En Brasil la situación se ha tornado dramática recientemente, ya que dos activistas defensores de los indígenas del Amazonas, José Claudio Ribero y su mujer María de Espirto, fueron asesinados en el estado de Pará.
Criticó que las poblaciones indígenas que habitaron territorios históricamente no son consultadas antes del inicio de proyectos, especialmente de explotación, que suelen ser altamente invasivos de ecosistemas.
Pillay señaló que la gran mayoría de los 370 millones de indígenas que hay en el mundo están perdiendo sus tierras ancestrales o viven bajo la constante amenaza de ello por culpa de la sobreexplotación, bajo el pretexto del desarrollo. “Cuando los indígenas son alienados y apartados de sus tierras por culpa del desarrollo y los proyectos de extracción, se les condena a una existencia al margen de la sociedad”, aseguró Pillay en un comunicado con motivo de la celebración del Día Internacional de los Indígenas, el 9 de agosto. Según la alta comisionada, esta situación “no es en absoluto un signo de progreso”.
Puso como ejemplo Malasia, donde la tribu de los penanes es víctima de amenazas y acosos por su negativa a abandonar las tierras de Sarawak y Sabah, en la isla de Borneo, donde se va a realizar un ambicioso plan hidroeléctrico.
En la India también sufren amenazas los indígenas adivasis, por su negativa a que haya en sus tierras explotaciones mineras, a pesar de que el Tribunal Supremo aprobó hace unos años la necesidad del consentimiento de las comunidades sobre el uso de sus tierras.
En Brasil la situación se ha tornado dramática recientemente, ya que dos activistas defensores de los indígenas del Amazonas, José Claudio Ribero y su mujer María de Espirto, fueron asesinados en el estado de Pará.
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