Ante la excesiva demanda de manufacturas con alto valor agregado que se registra el último trimestre, por las fiestas de fin de año, las Micro y Pequeñas Empresas (MyPes) asentadas en el eje metropolitano de Cochabamba se incrementan en más de 16 por ciento y trabajan al 100 por ciento de su capacidad instalada en los rubros: confecciones, alimentos y bebidas, muebles de madera y metálicos, joyería, zapatos y artículos de cuero, tejidos y artesanías, entre otros.
Entre enero y agosto, las MyPes que normalmente desarrollan sus actividades suman alrededor de 6.500 emprendimientos, pero por la demanda de fin de año muchas se “desdoblan” o crean otras empresas con las cuales fácilmente se llega aun total de 7.800 micro y pequeños negocios operando, dice Daniel Santiesteban, gerente general de la Cámara Departamental de la Pequeña Industria y Artesanía Productiva (Cadepia).
Sólo en el sector informal de confecciones, la demanda de fin de año estimula la apertura de aproximadamente 800 pequeños tallares, generalmente familiares, que emplean alrededor de 5 mil trabajadores, entre hombres y mujeres, que entregan su producción a pequeñas, medianas y grandes empresas de Cochabamba y el interior del país.
“La apertura de nuevas fábricas y talleres pequeños en la zona sur, Villa Pagador, Valle Hermoso, Alto Pagador y barrio Alalay trae consigo la creación de fuentes de trabajo, en su mayoría temporales, solamente por dos o tres meses”, explica Rolando Quintanilla, presidente de la Asociación de Confeccionistas de Cochabamba (ACC), que agrupa alrededor de 1.800 emprendedores.Condiciones laborales
Una mayoría de las MyPes, que están conformadas por entornos familiares de cinco hasta 12 personas, trabaja bajo la modalidad de contrato por obra o a destajo, por lo que no cumplen disposiciones laborales en materia de aportes a los seguros social y de salud, salario mínimo, sobretiempos y dominicales, seguridad industri al y dotación de ropa de trabajo, entre otros.
“Estos meses de temporada alta yo tengo contrato para entregar en una semana cinco docenas de poleras deportivas y con cuello camisa a la empresa Dico. Toda mi familia, que somos ocho, incluidos mis papás, trabajamos todo el día y la noche en la casa para entregar ese pedido”, indica Carlos Villavicencio, confeccionista especializado en corte, que por las noches cursa el quinto de secundaria en el colegio nocturno Félix del Granado.
Señala que el monto total del contrato se divide equitativamente entre los ocho miembros de la familia en función a la cantidad de prendas confeccionadas.
En las pequeñas empresas que producen a nivel semi industrial y emplean entre 10 y 15 trabajadores, los ingresos de éstos fluctúan entre el mínimo nacional de 815 bolivianos y 2 mil bolivianos, con ingresos adicionales por feriados, domingos y sobretiempos, y otros beneficios establecidos en la Ley General del Trabajo.
Se estima que entre 12 y 15 por ciento de las confecciones cochabambinas ll egan a los mercados de Brasil, Chile, Perú y Argentina, mediante diferentes formas de exportación como pedidos especiales, venta directa en las ciudades fronterizas y formando cupos de exportación de medianas y grandes empresas de confección.
Entre enero y agosto, las MyPes que normalmente desarrollan sus actividades suman alrededor de 6.500 emprendimientos, pero por la demanda de fin de año muchas se “desdoblan” o crean otras empresas con las cuales fácilmente se llega aun total de 7.800 micro y pequeños negocios operando, dice Daniel Santiesteban, gerente general de la Cámara Departamental de la Pequeña Industria y Artesanía Productiva (Cadepia).
Sólo en el sector informal de confecciones, la demanda de fin de año estimula la apertura de aproximadamente 800 pequeños tallares, generalmente familiares, que emplean alrededor de 5 mil trabajadores, entre hombres y mujeres, que entregan su producción a pequeñas, medianas y grandes empresas de Cochabamba y el interior del país.
“La apertura de nuevas fábricas y talleres pequeños en la zona sur, Villa Pagador, Valle Hermoso, Alto Pagador y barrio Alalay trae consigo la creación de fuentes de trabajo, en su mayoría temporales, solamente por dos o tres meses”, explica Rolando Quintanilla, presidente de la Asociación de Confeccionistas de Cochabamba (ACC), que agrupa alrededor de 1.800 emprendedores.Condiciones laborales
Una mayoría de las MyPes, que están conformadas por entornos familiares de cinco hasta 12 personas, trabaja bajo la modalidad de contrato por obra o a destajo, por lo que no cumplen disposiciones laborales en materia de aportes a los seguros social y de salud, salario mínimo, sobretiempos y dominicales, seguridad industri al y dotación de ropa de trabajo, entre otros.
“Estos meses de temporada alta yo tengo contrato para entregar en una semana cinco docenas de poleras deportivas y con cuello camisa a la empresa Dico. Toda mi familia, que somos ocho, incluidos mis papás, trabajamos todo el día y la noche en la casa para entregar ese pedido”, indica Carlos Villavicencio, confeccionista especializado en corte, que por las noches cursa el quinto de secundaria en el colegio nocturno Félix del Granado.
Señala que el monto total del contrato se divide equitativamente entre los ocho miembros de la familia en función a la cantidad de prendas confeccionadas.
En las pequeñas empresas que producen a nivel semi industrial y emplean entre 10 y 15 trabajadores, los ingresos de éstos fluctúan entre el mínimo nacional de 815 bolivianos y 2 mil bolivianos, con ingresos adicionales por feriados, domingos y sobretiempos, y otros beneficios establecidos en la Ley General del Trabajo.
Se estima que entre 12 y 15 por ciento de las confecciones cochabambinas ll egan a los mercados de Brasil, Chile, Perú y Argentina, mediante diferentes formas de exportación como pedidos especiales, venta directa en las ciudades fronterizas y formando cupos de exportación de medianas y grandes empresas de confección.
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