La idea de Gas TransBoliviano (GTB) de salir con nuestro gas a Europa por el Atlántico no es descabellada, al contrario, es una idea que tiene sentido.
El concepto, en su forma más sencilla, es el siguiente. A partir de 2019, cuando el contrato GSA con Brasil llegue a su fin, la producción interna de gas en ese país, incrementada notablemente gracias al pre-sal, le permitiría bajar su demanda de gas boliviano a 6 millones de metros cúbicos día.
Bolivia aprovecharía la capacidad de transporte existente (gasoducto) para transportar el gas natural a la costa brasileña donde lo convertiría a líquido; para luego, en un buque metanero, exportarlo hacia Europa, un continente que tiene un mercado de gas liberado con características singulares y con una demanda aparentemente ilimitada en el tiempo de una fuente energética considerada “limpia”.
Como idea es factible, ahora debemos esperar a conocer la propuesta de GTB, el proyecto en sí, los fundamentos de su facti bilidad técnica, económica, financiera y de mercado. Debemos considerar también que aquí lo que opine Brasil juega un rol importantísimo.
Exportar nuestro gas por Brasil es una idea cuya justificación merece ser escuchada. Recordemos que en su momento hubieron escenarios que hacían factible la exportación de GNL boliviano, factibilidad que se vio frustrada cuando fuimos incapaces de encontrar una solución concertada al hecho de que el consorcio Pacific LNG quería exportarlo por el Puerto de Patillos en Chile, pero la presión social se opuso y la opción de salir por Perú no convenció a los inversionistas, lo cual ocasionó que se tomen las decisiones que desencadenaron los hechos políticos y consecuencias sociales que ya todos conocemos.
Es cuestión de tiempo hasta que Perú, Brasil y Venezuela estén exportando GNL inclusive a los mercados que atiende y podría atender Bolivia. ¿Qué hará Bolivia entonces?
A la iniciativa de GTB se deben sumar todas aquellas que sean sen satas y que inicialmente, como ideas, tengan sentido.
El concepto, en su forma más sencilla, es el siguiente. A partir de 2019, cuando el contrato GSA con Brasil llegue a su fin, la producción interna de gas en ese país, incrementada notablemente gracias al pre-sal, le permitiría bajar su demanda de gas boliviano a 6 millones de metros cúbicos día.
Bolivia aprovecharía la capacidad de transporte existente (gasoducto) para transportar el gas natural a la costa brasileña donde lo convertiría a líquido; para luego, en un buque metanero, exportarlo hacia Europa, un continente que tiene un mercado de gas liberado con características singulares y con una demanda aparentemente ilimitada en el tiempo de una fuente energética considerada “limpia”.
Como idea es factible, ahora debemos esperar a conocer la propuesta de GTB, el proyecto en sí, los fundamentos de su facti bilidad técnica, económica, financiera y de mercado. Debemos considerar también que aquí lo que opine Brasil juega un rol importantísimo.
Exportar nuestro gas por Brasil es una idea cuya justificación merece ser escuchada. Recordemos que en su momento hubieron escenarios que hacían factible la exportación de GNL boliviano, factibilidad que se vio frustrada cuando fuimos incapaces de encontrar una solución concertada al hecho de que el consorcio Pacific LNG quería exportarlo por el Puerto de Patillos en Chile, pero la presión social se opuso y la opción de salir por Perú no convenció a los inversionistas, lo cual ocasionó que se tomen las decisiones que desencadenaron los hechos políticos y consecuencias sociales que ya todos conocemos.
Es cuestión de tiempo hasta que Perú, Brasil y Venezuela estén exportando GNL inclusive a los mercados que atiende y podría atender Bolivia. ¿Qué hará Bolivia entonces?
A la iniciativa de GTB se deben sumar todas aquellas que sean sen satas y que inicialmente, como ideas, tengan sentido.
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