A pesar del consenso que existe entre los economistas con respecto al peligro de la dependencia económica de los commodities, reflejados en teorías y estudios internacionales tales como la enfermedad holandesa y el crecimiento empobrecedor, parece que abandonar esta estrategia de desarrollo en la práctica no es tan fácil.
Éste es el caso boliviano, si bien se conoce la necesidad de dejar de lado la dependencia del gas y petróleo, cuyos precios son muy volátiles, la realidad se sitúa lejos de este ideal, más aún cuando muchas veces los precios internacionales de estos productos resultan, aparentemente, muy rentables y la idea de alejarse de esta fuente de ingresos se desvanece.
Así cuando a mediados del año 2008, el precio del petróleo subió a 147 dólares, las estadísticas se embellecieron, el valor de las exportaciones se había incrementado magníficamente y los ingresos estatales también, de modo que los diferentes sectores sociales se contentaban con dichos resultados.
Sin embargo, como el precio de este bien no es estable y tiene efectos de yo-yo, éste cayó a 32dólares seis meses más tarde, para luego remontar a 80 dólares el barril. Dentro de estos diferentes precios, por supuesto, no sólo se encuentra la parte real del mercado consistente en oferta y demanda, ya que de lo contrario, como muchos especialistas coinciden, el precio no pasaría de los 40 dólares. Es así que además se encuentra un componente especulativo.
Así es necesario hacer un buen uso de los recursos, por ejemplo, mediante la reinversión de YPFB que tanta falta hace en el sector hidrocarburífero.
Por dicho motivo es urgente realizar mayores inversiones, más aún cuando se estima que la producción mundial de carburantes líquidos declinará entre 2011 y 2015 de acuerdo a una encuesta realizada por la Administración de información sobre la energía en Washington publicado el 23 de marzo, lo cual da indicios de un posible incremento de precios de éstos que Bolivia deb erá aprovechar apropiadamente.
Éste es el caso boliviano, si bien se conoce la necesidad de dejar de lado la dependencia del gas y petróleo, cuyos precios son muy volátiles, la realidad se sitúa lejos de este ideal, más aún cuando muchas veces los precios internacionales de estos productos resultan, aparentemente, muy rentables y la idea de alejarse de esta fuente de ingresos se desvanece.
Así cuando a mediados del año 2008, el precio del petróleo subió a 147 dólares, las estadísticas se embellecieron, el valor de las exportaciones se había incrementado magníficamente y los ingresos estatales también, de modo que los diferentes sectores sociales se contentaban con dichos resultados.
Sin embargo, como el precio de este bien no es estable y tiene efectos de yo-yo, éste cayó a 32dólares seis meses más tarde, para luego remontar a 80 dólares el barril. Dentro de estos diferentes precios, por supuesto, no sólo se encuentra la parte real del mercado consistente en oferta y demanda, ya que de lo contrario, como muchos especialistas coinciden, el precio no pasaría de los 40 dólares. Es así que además se encuentra un componente especulativo.
Así es necesario hacer un buen uso de los recursos, por ejemplo, mediante la reinversión de YPFB que tanta falta hace en el sector hidrocarburífero.
Por dicho motivo es urgente realizar mayores inversiones, más aún cuando se estima que la producción mundial de carburantes líquidos declinará entre 2011 y 2015 de acuerdo a una encuesta realizada por la Administración de información sobre la energía en Washington publicado el 23 de marzo, lo cual da indicios de un posible incremento de precios de éstos que Bolivia deb erá aprovechar apropiadamente.
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