Los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda 2012, previsto para el próximo miércoles 21 de este mes, serán validados a través de un análisis demográfico, en base a proyecciones y resultados de censos anteriores, un proceso administrativo que supone un retroceso para el analista estadístico Álvaro Chirino, miembro del grupo “En la Ruta del Censo”, ya que no se apoya en el contacto con la gente; mientras que para el que fuera director del Censo 2001, Luis Pereira, no le resta credibilidad a los resultados, aunque reconoce la importancia de realizar una encuesta de cobertura posterior.
Según los principios y recomendaciones de las Naciones Unidas (NNUU) para la realización de censos de población y vivienda, publicados en 2010, para evitar errores de cobertura y errores de contenido, los resultados de un censo deben validarse a través de una encuesta de cobertura post censal y de un análisis demográfico. Aunque también añade que “una evaluación exhaustiva también debería incluir la evaluación del éxito de las operaciones del censo en cada una de sus fases, incluso de actividades como la campaña de publicidad del censo”, por tanto debería asegurarse de que el proceso general de evaluación censal aborde no sólo los resultados, sino toda la actividad conexa del proceso censal.
La encuesta de cobertura post censal fue hecha para validar el último censo realizado en Bolivia, el año 2001; pero en esta ocasión no será posible debido a falta de recursos y a la dificultad de contar con un equipo calificado para comenzar el trabajo inmediatamente después del operativo censal, según declaraciones oficiales de representantes del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Chirino señala que hay varias metodologías para verificar el alcance y la fiabilidad en un proceso censal y el análisis demográfico es una de ellas. El documento de las NNUU alienta a los países a utilizarlo como parte de su metodología general, por ejemplo, haciendo comparación de edades entre un censo y otro o anali zando la pirámide de composición de la población.
Sin embargo, se debe trabajar con “recursos sólidos”, dice Chirino, y considera que el país no tiene buenos insumos para estimar la omisión censal; “por tanto lo mejor es hacer la encuesta de cobertura”.
“Antes, el mismo INE la hacía, no veo por qué ahora no se está haciendo. Es un retroceso desde mi punto de vista”, señala Chirino, pues “la encuesta permite validar las respuestas de la gente” y sin ella “no se va a poder conocer el error” ya que el análisis demográfico no arroja ese dato.
Pereira recuerda que para el Censo 2001 se realizó la encuesta de cobertura porque “todavía los registros administrativos no eran buenos y tampoco había tradición censal”.
Actualmente, aún hay ciertas falencias en los registros, pero en materia de censos y encuestas ya hay cierta tradición y se puede calcular la omisión censal. A pesar de eso, Pereira señala que debieron aplicarse los dos métodos recomendados de validación del censo pues si bien “no cuestiona mucho” la falta de encuesta de cobertura porque no es algo muy “dramático”, afirma que, de haber estado a cargo del proceso, “hubiese insistido” en hacerla.
Registros débiles sobre defunciones y migraciones“Para el Censo 2001, las personas no registraban los nacimientos, pero eso es algo que ahora ya se ha resuelto. Lo que continúa es la falencia en el registro de defunciones, incluso en las urbes. Tampoco hay datos sobre las migraciones internacionales pues si bien hay datos de los que salieron, no hay registros de los que regresaron, lo mismo sucede con la migración interna, no hay registro de esos flujos entre una ciudad y otra.
“Los resultados (del censo) van a tener un indicador, pero no es el mejor. En el pasado, el INE generó mejores indicadores. Hay un reporte mundial que señala que, en 2001, Bolivia er a el país que menos omisión censal registraba en sus indicadores&rdqu o;, recuerda Álvaro Chirino.
La encuesta de cobertura que se aplica después del censo, tiene por objeto evitar la omisión de vivienda y la de números de miembros en el hogar; pero también establece omisión a preguntas importantes como la fecundidad o la actividad económica, explica el que fuera director del Censo 2001, Luis Pereira.
Según los principios y recomendaciones de las Naciones Unidas (NNUU) para la realización de censos de población y vivienda, publicados en 2010, para evitar errores de cobertura y errores de contenido, los resultados de un censo deben validarse a través de una encuesta de cobertura post censal y de un análisis demográfico. Aunque también añade que “una evaluación exhaustiva también debería incluir la evaluación del éxito de las operaciones del censo en cada una de sus fases, incluso de actividades como la campaña de publicidad del censo”, por tanto debería asegurarse de que el proceso general de evaluación censal aborde no sólo los resultados, sino toda la actividad conexa del proceso censal.
La encuesta de cobertura post censal fue hecha para validar el último censo realizado en Bolivia, el año 2001; pero en esta ocasión no será posible debido a falta de recursos y a la dificultad de contar con un equipo calificado para comenzar el trabajo inmediatamente después del operativo censal, según declaraciones oficiales de representantes del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Chirino señala que hay varias metodologías para verificar el alcance y la fiabilidad en un proceso censal y el análisis demográfico es una de ellas. El documento de las NNUU alienta a los países a utilizarlo como parte de su metodología general, por ejemplo, haciendo comparación de edades entre un censo y otro o anali zando la pirámide de composición de la población.
Sin embargo, se debe trabajar con “recursos sólidos”, dice Chirino, y considera que el país no tiene buenos insumos para estimar la omisión censal; “por tanto lo mejor es hacer la encuesta de cobertura”.
“Antes, el mismo INE la hacía, no veo por qué ahora no se está haciendo. Es un retroceso desde mi punto de vista”, señala Chirino, pues “la encuesta permite validar las respuestas de la gente” y sin ella “no se va a poder conocer el error” ya que el análisis demográfico no arroja ese dato.
Pereira recuerda que para el Censo 2001 se realizó la encuesta de cobertura porque “todavía los registros administrativos no eran buenos y tampoco había tradición censal”.
Actualmente, aún hay ciertas falencias en los registros, pero en materia de censos y encuestas ya hay cierta tradición y se puede calcular la omisión censal. A pesar de eso, Pereira señala que debieron aplicarse los dos métodos recomendados de validación del censo pues si bien “no cuestiona mucho” la falta de encuesta de cobertura porque no es algo muy “dramático”, afirma que, de haber estado a cargo del proceso, “hubiese insistido” en hacerla.
Registros débiles sobre defunciones y migraciones“Para el Censo 2001, las personas no registraban los nacimientos, pero eso es algo que ahora ya se ha resuelto. Lo que continúa es la falencia en el registro de defunciones, incluso en las urbes. Tampoco hay datos sobre las migraciones internacionales pues si bien hay datos de los que salieron, no hay registros de los que regresaron, lo mismo sucede con la migración interna, no hay registro de esos flujos entre una ciudad y otra.
“Los resultados (del censo) van a tener un indicador, pero no es el mejor. En el pasado, el INE generó mejores indicadores. Hay un reporte mundial que señala que, en 2001, Bolivia er a el país que menos omisión censal registraba en sus indicadores&rdqu o;, recuerda Álvaro Chirino.
La encuesta de cobertura que se aplica después del censo, tiene por objeto evitar la omisión de vivienda y la de números de miembros en el hogar; pero también establece omisión a preguntas importantes como la fecundidad o la actividad económica, explica el que fuera director del Censo 2001, Luis Pereira.
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